te recuerdo
suspendida en el silencio
ningún muro de palabras entre tu desnudez y la mía
ni el estruendo de autobuses
ni el clamor de multitudes
agolpadas ante el cine
de la vida
solos tú y yo
junto al dolor que se acumula
en el transcurso del día
como una serpiente que atenaza a una paloma
nunca imaginé
que tu fugaz presencia
albergara semejante dicha
semejante alivio
para el mundo
este es el sagrado espacio
que nadie quiere invadir
la interminable sinceridad
por la que transitan
las voces de los pájaros
el rumor del río
la voz de la montaña;
como un intruso demasiado inesperado
e incómodo
en hora de máxima audiencia
hay una celebración en el claro del bosque
una larga hilera de velas
que se pierden en la inmensidad del océano
y solo la eternidad conoce
el fruto que dará nuestra esforzada siembra