mi ser es la puerta que conduce a ella
a las alturas en que el vértigo estalla
como el crepitante cerebro de una rata
en las alcantarillas nos regocijamos
somos monedas sumergidas en la riada pestilente
los niños de este mundo todavía no han cruzado el umbral
la prueba de fuego aguarda
las imperturbables estatuas de piedra
los jueces
aquí, lejos del vientre anterior
penetramos la carne lacerada
extraños en todos los senderos, lloramos
somos huérfanos creadores de dioses
la añoranza impregna las tardes veraniegas
sobre el televisor
la sonrisa del sapo que vino del espacio
gordo como una vaca
aguarda al único ser que vencerá en la prueba
mi único amigo, le espero en su tumba