le habían timado, una vez más
la sombra divina se deslizaba sobre la playa
las gaviotas, tocadas por la música del santo
se estrellaban contra las olas
bajo la sombrilla
su mente latía como una estrella
los bates de baseball del destino presionaban sus cojones
sin duda ignoraba que la roja
había ganado, una vez más
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