en el Tibet lo saben
y venden el antídoto a veinte duros la receta
la serpiente del belén iluminado
trasciende el cosmos y se esconde
en la gruta salvaje
cenicienta aposentada en la vía hacia la perdición
se inclina el presidente
le carcome la duda
enmascara un silencio poliforme de hienas
y se deja vencer sutilmente
para injuriar el desprecio que le tienen
los vendedores de alfombras persas
negros enriquecidos por el sudor de su frente
el fragor de la batalla inclina la balanza
sacerdotes de fuego cambian dólares de plata
en la antesala del diafragma reptiliano
su piel es un disparo
esfúmate entre la niebla
el glotón no dejará un solo pedazo de la muñeca
para que puedas lamerlo
y por más que marques el siete compulsivamente
el teléfono no cesará en comunicar
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