jueves, 4 de octubre de 2012

Heidegger almorzaba coñito de judía frito con habas

mis pasos se pierden inseguros en las remotas arenas
donde por más de mil años he intentado levantar mi tienda
para descubrir al fin, hastiado y confuso
que había cavado mi sepulcro

los segundos se suceden como gotas de lluvia helada estrellándose en la grava
y una niña que antaño fuera vomitada por el silencio
me repite con inquietud una sola cosa:
adelante! adelante!

siempre la misma historia
el mismo balbuceo incoherente de borracho
hurgando en mi cráneo como si intentara aferrarse al ser
mordisqueando mi hígado mientras me empeño en rapiñar algo de luz al tiempo

en aquella vieja cámara nacimos
boquiabiertos, contemplando a los dioses frente a frente
rodeados de seres decrépitos que ya solamente pensaban
y topaban con los hipócritas objetos que yacían
esparcidos sobre la magullada piel de Cristo

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