un torbellino de música demoníaca atraviesa mi ser
de noche, cuando algo que llamamos silencio
reina entre los arboles de la calle
que se estremece de placer
al mancillar el lecho nupcial del padre Sol
y una niña teje sueños entre las ruinas
y yo rebusco entre el marfil de mis orgasmos
pulverizado por el tiempo y la evolución del grano
yo era un príncipe
era la espiga que brillaba con más intensidad en el trigal
ahora soy un rey en el exilio
ni siquiera ya capaz de empuñar un arma
ensimismado en el canto de las aves de caza
transitando antiguas edificaciones de imperios que se extinguieron
sin querer dar la cara por algo
que es la muerte de aquello que llamamos hombre
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