miércoles, 1 de enero de 2014

cuento de invierno

gentes que vivís a la sombra de grandes rascacielos
dejadme vestir la piel del cordero esta vez
y contar el viaje mental que llevé a cabo
en la apacible libertad vigilada de mi cuarto

tras andar largo rato a través de un bosque espeso
alcancé el claro en que había mi pequeña cabaña
abrí la puerta de paja y me adentré en ella.

en su interior solo había un modesto instrumento de cuerda iraní llamado tar
recostado junto al lecho.

me recliné en la cama y comencé a tocar.

al rato las estrellas parecieron agolparse en el techo de la cabaña
mientras la música fluía suave
hasta que al fin descendieron y se arremolinaron en el suelo
formando una especie de agujero azulado hacia el que fui absorbido.

descendí por un túnel de estrellas
que me dejó caer en una llanura que parecía no tener fin
llamada "tierra de la eterna noche"
donde un sol purpúreo hacía las veces de luna
bañándolo todo en una tenue luz que hacía honor al color de dicho astro

un hermoso ciervo blanco vino hacia mí y empezó a comerme
primero mi magullada cabeza, luego los brazos y el tronco, y al final mis fatigados pies

en su interior me dí cuenta de que una criatura había nacido en mi vientre
una niña de cabellos de color púrpura
de enormes y resplandecientes ojos
una nueva profecía aún no alumbrada

una larga mata de cabello negro creció en mi cabeza
me transformé en una mujer de piel pálida
que fue vomitada por el ciervo
y me encontré cabalgando aquel animal bajo las estrellas
enfundada en una túnica de druida



*to be continued*

No hay comentarios:

Publicar un comentario